19 de Octubre del 2022
por Benedictinos
Evangelio
Lc 18, 1-8
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ".
Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?"
Palabra del Señor
Homilía 16 de octubre de 2022
Queridos hijos e hijas en el espíritu de N.P. San Benito y del Señor Jesús:
La Palabra de Dios en este día nos lleva a mirar la trascendencia de la fe y la oración como una misma realidad. Cristo dice ¿creen que Dios encontrará fe sobre la tierra? Y el Señor nos cuenta una parábola donde aclara que la insistencia es lo que mismo que una perseverancia de fe. Es decir, la relación que nosotros debemos tener con Dios es cuestión de saber orar con insistencia y a partir de ahí vivir de la fe. Así de práctico y sencillo.
La primera lectura habla de cómo Moisés con las manos en alto oraba para que sus hermanos vencieran con el ejército de Dios al enemigo. Así es la tarea de los padres de familia, de los jóvenes y los monjes, orar para que mi papá-mamá, mi hijo-hija, mi amigo-amiga venza el ejército del mal. Porque la oración nos trae las victorias del cielo aquí en la tierra. Orar no es perder el tiempo sino conseguir fuerzas de Dios para ganar batallas día con día.
En la segunda lectura Pablo describe que la oración es la conciencia de saber que Cristo Jesús viene a juzgar a vivos y a muertos, por lo cual, en este juicio hay que anunciar la palabra, convencer, reprender y exhortar con paciencia. Significa que orar es cuestión de mejorar la vida a los demás.
En todo esto, la oración es una forma de vivir aquí en la tierra. Es cómo beber agua todos los días, si no lo hacemos enfermamos tarde o temprano. Quien no ora corre el grave peligro de que enferme su alma, que su mente se apegue al pecado y haga las obras de las tinieblas. Quien no ora no le da sentido a su vida espiritual. Quien no ora con sincera fe se apasiona por un consumismo sin ética y no da el valor correcto a las cosas materiales. Quien no ora no sabe tratar a los demás con un amor de Dios, sino que se conduce por desórdenes internos que le llevan a manipular a los demás.
Queridos hijos e hijas en el Señor, la oración es algo que debe salir de tu corazón honesto por buscar las cosas del cielo aquí en la tierra. La oración es que pongas en tu jerarquía de intereses en primer lugar el amor a Dios. Cuando oras buscas pensar como Dios y mirar como Dios. La Santa Misa es la oración de Jesús a su Padre por ti. Cuando tu participas de la Eucaristía entonces, te unes al corazón de Jesús que ama inmensamente a su Padre. Es decir, la santa misa es una oración de perfecto amor del Hijo al Padre, algo hermoso y sagrado, que Dios te participa. La misa no es creación de los monjes si no es un acontecimiento del amor de Dios por ti. Por ello, debes participar en esta oración-misa, concentrado, dejando tu celular y tus pensamientos que no te llevan a Dios, conservando el silencio apropiado, no banalizando un espacio sagrado con tus distracciones. Si quieres saber qué tipo de cristiano eres basta con que mires cómo oras y cómo participas en la santa misa.
No dejas esta gran oportunidad hoy, de entrar en el amor del Padre con la oración de la santa misa. Hoy baja el cielo hasta ti, baja el Pan Eucarístico para que te alimentes de Él. Hoy este es el mensaje central, come del cielo y renueva la fuerza de tu corazón con Cristo para amar la vida como Dios la ama. Con razón decía san Juan Pablo II, Quien dice que no ora por falta de tiempo lo que le falta no es tiempo, lo que le falta es amor.
Gloria al Padre…
Abad Dom Hildebrando OSB